Una nueva política (de verdad) para desatascar la izquierda

desatascar-la-izquierdaEste artículo puede herir la sensibilidad del lector, especialmente la de aquellos y aquellas que opinan que la izquierda va bien y que todo es cuestión de empujar fuerte.

En cambio, creo que este artículo puede resultar sugerente y esperanzador para aquellos y aquellas que han tenido el valor de reconocer que algo debe ir mal cuando, tras casi una década de paro, austericidio y pérdida de derechos, la derecha (y la extrema derecha) están más fuertes que nunca.

Como el escrito me ha quedado un poco largo (hoy en día, todo lo que pase de un folio es demasiado largo) lo he dividido en 4 tesis resumidas en 16 líneas. Sólo quién esté interesado en los “qués” y los “porqués” de estas tesis es necesario que lea más allá: cada apartado tiene sentido en sí mismo

Este es el resumen:

1ª tesis: La izquierda está en franco retroceso en España, en Europa y en el mundo y, paralelamente, las políticas neoliberales, el individualismo, la xenofobia y la derecha radical avanzan de manera imparable

 2ª tesis: Ni la socialdemocracia ni la izquierda transformadora han sido capaces de reaccionar convenientemente frente a este hecho y están obligadas a cambiar. La izquierda transformadora en Europa ha incrementado sus expectativas de voto a causa del descontento provocado por la pérdida de derechos sociales y laborales asociada a la crisis. Sin embargo, no ha sido capaz de aprovechar este  descontento popular para crear una alternativa de cambio real y, si no cambia ella misma, nada indica que sea capaz de hacerlo en el futuro.

 3ª tesis: Unidos Podemos, tras conseguir unos resultados notables,  ha tocado techo y, si no rectifica algunas cuestiones esenciales, está condenado a perder progresivamente crédito político y apoyo electoral

 4ª tesis: Hay salida para Unidos Podemos (y para la izquierda transformadora europea) si es capaz de liberarse de determinadas inercias y de practicar una nueva política (de verdad) que vaya más allá de cuestiones  tan llamativas como superficiales

1a tesis: La derecha avanza, la izquierda retrocede

Los grandes cambios de nuestro tiempo, la globalización y la revolución científico-técnica, se están produciendo en el marco hegemónico de un capitalismo más afianzado y expansivo que nunca.

Los hay que se niegan a reconocer esta dura realidad y hablan con frecuencia de la “crisis del capitalismo” o de la “crisis del sistema”. Desgraciadamente, esto no los convierte en más anticapitalistas: es sólo que confunden los deseos con la realidad

Las alternativas al sistema que se plantearon en los siglos XIX y XX han incidido poderosamente en el rumbo de la historia y, a pesar de haber caído en numerosos errores y perversiones, han hecho posibles importantes transformaciones en el orden social, cultural y político. Pero lo cierto es que, como tales alternativas globales. y a día de hoy,  no han conseguido prosperar.

En todo caso, hay que constatar que el impresionante desarrollo de las fuerzas productivas (que, a nivel planetario, han conseguido mejorar algunos parámetros asociados a la pobreza extrema como la mortalidad infantil) va acompañado de  un crecimiento brutal de las desigualdades, un peligroso menoscabo de la democracia a causa del poder inmenso de las grandes corporaciones internacionales y unos impactos sobre el medio ambiente que, a medio plazo,  pueden llevarnos a escenarios catastróficos.

Por eso, los valores de la izquierda (muchos de los cuales, afortunadamente, no son nuestro patrimonio exclusivo) no han perdido ni un ápice de su vigencia. Sin embargo,  para impulsar eficazmente estos valores, y como se explica a continuación, la izquierda  debe repensarse, actualizarse  y, en definitiva, cambiar.

2ª tesis: La izquierda debe cambiar

La socialdemocracia debe cambiar porque su capacidad para llevar a cabo su  misión  (corregir el sistema respetando sus aspectos esenciales) está en entredicho. Sigue jugando al mismo juego que hace décadas en la confianza casi religiosa de que el viejo mecanismo de la alternancia va a seguir funcionando. Sin embargo, el hecho es que se avanza hacia escenarios políticos mucho más complejos y que nada garantiza que algunos fenómenos como el avance de la extrema derecha, el desplazamiento hacia la derecha del espectro político y  la decadencia de los grandes partidos socialistas europeos no hayan venido para quedarse

Por su parte, la izquierda transformadora también debe cambiar a pesar de haber introducido diversas novedades en su funcionamiento interno y a pesar de que, a partir de la crisis del 2008,  ha conocido incrementos electorales significativos. ¿Por qué debe cambiar? Pues porque los cambios introducidos han sido insuficientes y porque, a pesar de la profunda indignación social provocada por la crisis, el paro, los desahucios, los recortes en materia social y laboral y el empobrecimiento de amplias capas de la población en ningún país europeo estamos ni siquiera cerca de poner en marcha nuestro programa y nuestras ideas.

Como esta consideración choca con el discurso oficial de la mayoría de partidos europeos que se reclaman de este espacio y también con el discurso de Unidos Podemos, es importante detenerse sobre esta cuestión

Por razones que son fáciles de imaginar, los mejores resultados de la izquierda transformadora se han dado en los países que han sido más castigados por la crisis: Grecia, España y Portugal… a pesar de eso, también en estos países la izquierda transformadora está atascada

En Grecia, el país más castigado de todos ellos, se llegó a “asaltar los cielos”, y se ganaron las últimas elecciones. El año 2015, Syriza era el icono de la izquierda transformadora europea y su experiencia de gobierno generó enormes expectativas. Sin embargo, lo que podría haber sido la demostración de nuestro buen hacer se convirtió en todo lo contrario. Tras prescindir del resultado de un referéndum convocado por ella misma, Syriza ha gobernando haciendo lo contrario de lo que, en su día, fue su razón de ser y se ha subordinado a los designios de la Troika tal y como en su día pudo hacerlo el PASOK.  Tanto es así, que hoy Syriza no tiene casi ninguna esperanza de volver a gobernar (si hoy hubiera nuevas elecciones todo indica que ganaría ampliamente Nueva Democracia y que el tercer partido sería el neonazi Amanecer Dorado).

El fracaso de lo que nosotros mismos habíamos designado como el modelo a seguir, debería habernos llevado a una profunda reflexión. En lugar de eso – y muy en la línea de la vieja política – la izquierda transformadora europea prefirió echar balones fuera y darle toda la culpa a la Troika (como si la Troika no estuviera también allí cuando criticábamos tan ácidamente a los gobiernos anteriores… o al gobierno de Zapatero). Esta falta de honestidad política (muy común, insisto, en la vieja política) fue directamente proporcional a nuestra pérdida de credibilidad

En Portugal, una izquierda transformadora también en torno al 20% (aunque fragmentada en dos formaciones) está dando apoyo parlamentario a un gobierno socialista que, como es natural, aplica la política que le es propia… aunque, esto es importante, condicionada y modulada por esta izquierda transformadora que le da su apoyo parlamentario. Desde Unidos Podemos apenas se habla de Portugal porque allí se ha adoptado una estrategia radicalmente distinta a la de UP (facilitar un gobierno socialista y quedarse fuera del gobierno) pero, independientemente de lo que se opine sobre uno y otro modelo, está claro que, en Portugal, no gobierna la izquierda transformadora

En España, por último, el análisis del voto a la izquierda transformadora tiene poco misterio, ésta es la secuencia casi por semestres:

Mayo de 2014. Europeas: la suma de IU y de Podemos fue de un 20%  repartido equitativamente entre ambas formaciones.

Enero de 2015 (después de Vistalegre I): Podemos era la fuerza más votada en casi todas las encuestas e Iglesias era el líder mejor valorado. Correlativamente, IU tenía una intención de voto muy escasa.

Mayo de 2015. Elecciones autonómicas y municipales: demasiado complejas para analizarlas en unas breves líneas; arrojaron resultados muy interesantes pero también demostraron, si se me permite la expresión,  que no todo el monte era orégano

Diciembre de 2015. Elecciones generales: la correlación de fuerzas entre derecha e izquierda (en voto) fue prácticamente pareja (aunque con una ligerísima ventaja para la izquierda) y la suma de Podemos e IU dio un 24% de votos (sólo 4 puntos más que en las europeas)

Junio de 2016. Elecciones Generales: la correlación de fuerzas izquierda/derecha ya era favorable a la derecha y Unidos Podemos se quedó en el 21% (un punto más que en las europeas de 2014 y 3 puntos menos que en diciembre de 2015)

Por último, tras la constitución del gobierno del PP y el enorme desgarro interno del PSOE las actuales encuestas indican que el PP sube, que el PSOE pierde una parte significativa de su electorado y que UP apenas recoge una pequeña parte de la pérdida socialista (sigue por debajo del resultado de diciembre de 2015)

En cuanto a otros países próximos (Francia, Alemania, Reino Unido, etc.) el panorama es aún peor: el mapa político gira ostensiblemente hacia la derecha (con un auge importante de la  extrema derecha) y las mayorías progresistas son muy improbables. Además, dentro del ámbito progresista, la izquierda transformadora juega un papel  menor.

3ª tesis: la reciente estrategia de Unidos Podemos no tiene salida

La deriva electoral descrita en el punto anterior dibuja un panorama de estancamiento francamente preocupante que debería haber invitado a una reflexión tranquila y profunda en el seno de Unidos Podemos y de los partidos que lo integran.

Desgraciadamente, lo que se produjo a principios del pasado Otoño fue un acuerdo entre el sector mayoritario de las direcciones de IU y de Podemos para impulsar una estrategia (que no estaba en  VistalegreI ni en la XI Asamblea de IU) y que, como expuse en un artículo del mes de noviembre y en otro más reciente, nos situaba en un callejón sin salida.

En breve resumen, dicha estrategia consiste en  renunciar a la política de alianzas y encomendar a UP la misión de tomar al asalto  un fortín (el régimen del 78) defendido por una coalición entre PP, Ciudadanos y PSOE (la ”Triple Alianza”) que, en este escenario, son los defensores políticamente equivalentes de dicho fortín.

Ésta es, efectivamente, una estrategia sin salida porque ignora la correlación de fuerzas política, porque se fundamenta en una enorme simplificación de la realidad y porque también ignora la situación de la movilización social en nuestro país: la pretensión de que una fuerza en torno al 21% de votos promueva en solitario un proceso de ruptura democrática y, además, en un clima de importante atonía social, es puro voluntarismo.

En el fondo, lo que se presenta como el asalto a un fortín con la fuerza de la movilización social es, en realidad, “cavar trincheras” (utilizando la expresión de Pablo Iglesias) y adoptar una actitud resistencial (como denuncia, con acierto, el sector errejonista de Podemos). Nada nuevo bajo el sol y nada que no haya sido ensayado cientos de veces a lo largo de la historia… y que no se haya saldado siempre con idéntico fracaso.

4ª tesis: hay que practicar una nueva política… de verdad

La vieja política es un Juego de Tronos en el que los partidos utilizan su cuota de poder electoral para, interactuando con otros partidos (mediante alianzas, acuerdos puntuales, zancadillas o agresiones),  incrementar dicha cuota. Al mismo tiempo, en el seno de cada partido se lleva a cabo otro Juego de Tronos paralelo en el que los militantes ejercen el rol de la ciudadanía (votando cada tanto en los Congresos o Asambleas) y los grupos internos de presión juegan el rol de los partidos.

En estos juegos se puede participar de manera perversa o malintencionada y se pueden hacer trampas o no (depende la catadura moral de cada cual), pero lo que es seguro, en mi modesta opinión, es que estos juegos son conservadores: no permiten cambiar las cosas de manera profunda y duradera. Por eso los partidos de izquierdas que jueguen a este juego, sean más moderados o más radicales,  nunca conseguirán sus objetivos.

Es un hecho poco discutible que  la  transformación social será una realidad cuando los valores y las ideas que le son propias sean hegemónicos en la sociedad. Por eso creo firmemente que es necesario que las fuerzas transformadoras implementen una nueva política y den un giro copernicano que sitúe el centro de gravedad de la acción política en la relación con la ciudadanía y no en el Juego de Tronos con los demás partidos.

En el ejercicio de esta nueva política, para construir hegemonía y obtener la confianza de la ciudadanía a la que queremos representar, no hay atajos ni fórmulas-milagro.

La nueva política, la que necesariamente ha de practicar una fuerza transformadora, no se puede fundamentar únicamente en utilizar palabras nuevas, en implementar procedimientos nuevos, en hacer primarias, en comunicar de otra manera o en (perdóname, Carolina) llevar bebés al Congreso. Todo esto puede estar muy bien, según el caso, pero es superficial,  insuficiente y poco duradero.

La única manera real de generar confianza y construir hegemonía se asienta sobre tres pilares que intentaré reseñar brevemente:

  •  En primer lugar, dirigirnos a todo el segmento de la ciudadanía a la que queremos representar…  y que en buena medida no nos vota. Demasiadas veces incurrimos en el error de hacer política pensando en contentar a nuestros electores porque, además,  ésta es la que más agradece nuestra propia militancia y la que más nos consolida como dirigentes políticos. Esto es una actitud defensiva y muy poco transformadora que no nos ayuda a avanzar
  •  En segundo lugar, tener un programa para esta mayoría a la que nos dirigimos que sea ilusionante pero también creíble y practicable. En la vieja política, se suele ser más experto en lo primero que en lo segundo y el “prometen unas cosas y después hacen otras” se ha convertido en un clásico popular. Nosotros hemos de ser diferentes. Quienes tenemos programas máximos que significan cambiarlo casi todo en  muchas cosas es importante que sepamos distinguir muy bien entre el programa a corto, a medio y largo plazo: entre lo que queremos y podemos hacer hoy y lo que nos gustaría hacer mañana. Caso contrario, provocamos desengaños y frustraciones que, a la postre, caen sobre nuestras propias cabezas
  • En tercer lugar, y esto es muy importante, tener una organización y unos representantes de esta organización que estén dotados de credibilidad, es decir, que proyecten honestidad intelectual, sinceridad y sensatez. La ciudadanía puede aceptar que cometamos errores si van acompañados de las correspondientes disculpas, pero no puede aceptar que se le prometa lo que no se puede hacer o, peor aún, que un día digamos una cosa y al siguiente otra. Esto provoca un daño irreparable. En estos febriles años, hemos visto de todo y no haré aquí la relación por quitarle acidez y longitud a este escrito. Pero hay algo, que no puedo omitir. Un político puede desear formar parte de un gobierno presidido por el PSOE  o, por el contrario,  puede teorizar que el PSOE en bloque (incluyendo a “sanchistas” y “susanistas”) es lo mismo que el PP: en política, casi todo es opinable… pero lo que no puede hacer es defender ambas posiciones con pocos días de diferencia. Esto es una grosería  intelectual  indefendible.

Algunos pensarán que todo esto son monsergas  y que por qué no hablo de lo que habla todo el mundo y que realmente importa: de cómo enfocar nuestro papel en la movilización social, de la corrupción del PP, de la deriva del PSOE, de nuestro trabajo parlamentario o de la relación entre IU y Podemos.

La respuesta es sencilla: porque, como se dice en el Evangelio de San Mateo (en otro contexto, claro), si practicamos esta nueva política que acabo de esbozar,  lo demás se nos dará por añadidura

¿Política de alianzas?, ¿acuerdos con tal o con cuál fuerza sobre investiduras o sobre medidas parlamentarias? Pues este tema cansino y tortuoso que jamás acabamos de resolver cae como fruta madura: es el beneficio o perjuicio para la ciudadanía que pretendemos defender la que nos marca el camino y la que desprecia el Juego de Tronos. La ciudadanía nos ha votado para que impulsemos el programa que les hemos presentado (es decir, para que defendamos sus intereses) no para que tengamos más armas con las que pelearnos con otros partidos o para que podamos llevar a cabo alianzas no explicadas sobre la base del programa.  Mientras no nos den mayoría absoluta, nadie nos puede pedir que ejecutemos el programa en su totalidad pero, en todo momento (y aunque nos hayan dado un 4% de los votos)  están en condiciones de exigirnos que hagamos todo lo posible para que la mayor parte de este programa salga adelante. Si esto lo aplicamos a rajatabla la ciudadanía nos lo agradecerá, ganaremos en prestigio y credibilidad y, a la larga, obtendremos el beneficio partidista al que, en principio, hemos renunciado.

¿Primamos el trabajo en las instituciones o el trabajo directo en la calle y con la sociedad? La respuesta es: ¿acaso hay que escoger? Ambos trabajos forman parte de nuestros deberes y obligaciones; en ambos ámbitos intentamos hacer realidad nuestro programa político. Es necesario que, en las instituciones, saquemos todo lo que podamos en beneficio de la ciudadanía y es necesario implicarse de verdad en la relación directa con la gente y con el movimiento asociativo, lo cual va mucho más allá de participar en manifestaciones. Poner el énfasis en una cosa en  detrimento de la otra es siempre un error

¿Qué discurso debemos hacer? Pues uno sencillo, inteligible y dirigido a aquel amplio sector de la ciudadanía  que queremos defender y representar (no sólo a nuestros militantes ni a nuestros votantes actuales). Y, sobre todo, un discurso sincero y honesto. Nosotros no estamos en política para hacer de flautistas de Hamelín y encantar con nuestras melodías  a los electores: estamos para crear conciencia y la conciencia sólo puede sustentarse en la verdad. La verdad es revolucionaria; los “relatos” elaborados en función del efecto que se pretende, no

¿Seguimos apostando por Unidos Podemos o no? Pues siempre que haya suficiente coherencia programática para presentar una propuesta conjunta a la ciudadanía, por supuesto que . Los problemas de la izquierda se arreglan orientándola en la dirección correcta, no dividiéndola ni fragmentándola: si hay posibilidades de un programa común (el programa, el contrato con la ciudadanía, es el que manda en esto y en todo) es obligatorio generar los mecanismos para que este programa pueda obtener los mejores resultados

¿Qué modelo organizativo? Pues uno potente, y operativo (no se puede remar contra el sistema desde una organización absolutamente  líquida) aunque también abierto a simpatizantes, a los movimientos sociales y la ciudadanía en general. Las decisiones participativas tienen muchas más posibilidades de ser participartivas

Podría continuar con otras cuestiones pero creo que es innecesario. El giro copernicano hacia la ciudadanía marcaría  la pauta en todo el conjunto de la acción política y creo que para bien

Nota final: estas reflexiones no son de última hora. Desde 2008, nada menos, he intentado impulsarlas en diversos foros y desde diversos ámbitos. La experiencia me ha demostrado que es mucho más fácil introducirlas en un texto que llevarlas realmente a la práctica. Ojalá que, cuanto antes, hagamos las dos cosas

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6 respuestas a Una nueva política (de verdad) para desatascar la izquierda

  1. Pingback: Francia: un baño de sangre para la izquierda | grosske, IU, la izquierda unida y más

  2. Triqui dijo:

    Estoy muy de acuerdo con el articulo.Hay una frase sindical de CC.OO. sobre la negociacion y movilizacion que puede definir muy bien el falso debate entre el trabajo parlamentario y en la calle.El buen equilibrio entre ambos es el camino.

    Le gusta a 1 persona

  3. Coincido contigo que seguir apostando por Unidos Podemos siempre que haya una coincidencia programàtica y una propuesta conjunta por supuesto que si. Si queremos avanzar en el cambio de la sociedad nunca lo lograremos sin estar unidos, no solo en un país, sino que esta unión hay que globalizarla, igual que ha hecho el «enemigo de clase» el capitalismo salvaje llamado hoy ultra liberalismo y que esta decidido ha derrotarnos definitivamente y con sus medios a su alcance y servicio (medios) practica la máxima de Napoleón o cualquier otro belicoso, «divide y vencerás».

    Personalmente creo que avanzar en nuestros postulados solamente con la política se me antoja tarea harto difícil, véase el caso SYRIZA comentado por ti, ¿que reacción tuvo la izquierda «transformadora» europea?, dejarla en manos de «la Troika» sin una mínima protesta en la calle y contra los gobiernos «neoliberales que imperan en Europa.

    Por eso en lo que llamas tu (4ª tesis) sería muy interesante tener un debate de que manera se podría avanzar y se pudiera encajar el trabajo parlamentario y la movilización social y por referirme a tu cita de San Mateo, ya ves lo que se dio por añadidura.

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  4. Emilio Alonso sarmiento dijo:

    Interesantísimo artículo Eberhard. Algunas cosas las podríamos debatir algo más. Pero digamos que en un 89% estoy de acuerdo. Hace ya algún tiempo, me viene llamando la atención ese cambio de adjetivo para cierta izquierda: se acabo lo de «revolucionaria», y se ha pasado a lo de «transformadora». Y en eso de «reformar» o «transformar», estamos ya un poco más cerca. Un afectuoso abrazo. Emilio.

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    • Geacias Emilio Ah! Parole parole parole… me fío poco de ellas. Supongo que se utiliza más lo de transformadora porque revolucionaria evoca más un golpe de fuerza que la obtención de la hegemonía (salvo procesos como la revolución industrial o la revolución científico-técnica que no son propiamente políticos y en los que revolucionario se utiliza, comodebe ser, para señalar cambios de gran calado y profundidad y que alteran la lógica de la situación anterior. Un abrazo

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