
El envite del 10N es el mismo que el de abril: saber si vamos a ser como Portugal o si vamos a ser como la Italia de Salvini o la Austria de Sebastian Kurtz.
Sin embargo, de esto casi no se habla porque el debate político está muy embarrado y todo es una sopa de supuestos escándalos y periodismo amarillo
Casi nadie habla de la vuelta del trifachito pero es un gravísimo error. El trifachito está ahora mucho más cerca que en abril porque el PP está pisándole los talones al PSOE en casi todas las encuestas y, además, en un contexto político muy inestable
Casado explicó en «El Hormiguero» que si tenía un voto más que Sánchez sería presidente porque está seguro de que C’s y Vox le apoyarán. Y es cierto. Sánchez, en cambio, necesita más votos por la animadversión que suscita en sus exsocios.
La clave está en si en España, a las puertas de una crisis económica, puede haber unas nuevas elecciones. Yo creo que no y esto significa que, aunque no haya mayorías sólidas va a gobernar sí o sí el candidato más votado
Se dice que la izquierda está desmovilizada por el fracaso de la investidura de junio y yo lo comprendo. Pero lo que hay que hacer es sacar las consecuencias para que no pase: abstenerse es un puñetero suicidio.
Es impensable que haya nuevas elecciones tras el 11-O. Eso quiere decir que hay que apuntar bien y acertar a la primera: ya no habrá más balas en la recámara.
Por último, hay que hablar de Catalunya pero la izquierda debe votar básicamente en función de las políticas sociales y la manera de responder a la crisis económica que se avecina. Este es el reto