
PRIMERA. «La situación política y económica en Venezuela es nefasta«. Así lo indican los datos de inflación y de emigración masiva de venezolanos empobrecidos y así lo declaró literalmente Pablo Iglesias, buen conocedor del tema, el pasado mes de diciembre.
SEGUNDA. Venezuela no es una dictadura. En las dictaduras (como
Arabia Saudí, la República Popular China o España durante el franquismo) ) no se permiten partidos opositores ni hay derecho de manifestación contra el régimen ni hay asambleas legislativas o medios de comunicación controlados por la oposición
TERCERA. Venezuela es una democracia formal pero,
como sucede con otros países, corrompida por prácticas inaceptables . Al margen de la desgraciada creación en 2017 de una Asamblea Constituyente que introduce elementos de democracia orgánica y que está destinada a «secar» la Asamblea legislativa controlada por la oposición, Venezuela se distingue por un acoso permanente a la oposición que Amnistia Internacional y muchos otros organismos han denunciado de manera reiterada
CUARTA. Hay que ser muy ingenuo para creer que la posición de Estados Unidos, del gobierno español y de la Unión Europea obedece a una política de defensa de la democracia y los derechos humanos. Quienes babean ante China y Arabia Saudí y toleran ignominias como las de la franja Gaza (entre otros muchos ejemplos) es obvio que no construyen su política exterior sobre la preservación de los valores democráticos
QUINTA. Que una buena parte de la izquierda en España centre el debate sobre Venezuela en lo que acabo de denunciar en el punto anterior me parece tan facilón como deprimente. Sin duda es una posición cómoda porque es sólida y, además, permite obviar la crítica al régimen de Maduro (que puede alborotar fácilmente a una parte de la militancia) pero es una posición inútil en el sentido literal de la palabra.
PROPUESTA
Lo razonable sería tener una posición activa y propuestas concretas de cara a evitar un enfrentamiento armado y crear un nuevo marco político fundamentado en la apelación a las urnas y en la recuperación económica de Venezuela. El reconocimiento de Guaidó ni es una solución ni va a ser el punto final al problema. Por eso es importante coordinarse a nivel internacional con aquellos que, en Europa y en Sudamérica, están buscando un cambio en Venezuela en beneficio,exclusivamente, de los venezolanos y las venezolanas