
A petición de la Fundación GADESO, he escrito un pequeño artículo sobre el problema de Catalunya en el marco de los retos de un mundo global, el derecho ciudadano a construir su propio futuro, el federalismo y los intereses de clase . Este es el texto:
¿Se puede ser independiente en un mundo globalizado? ¿Hay algún Estado que pueda escoger libremente sus políticas en todos los ámbitos que le son propios? ¿La tendencia universal es crear organismos y compromisos compartidos en torno a temas globales o la tendencia es que cada país defina libérrimamente, por ejemplo, sus políticas medioambientales?
No creo que sea necesario responder a esta pregunta porque es obvio que ese mundo al que le dimos la vuelta por primera vez hace 500 años se está quedando aparatosamente pequeño y lo que hasta hace poco era una inmensidad amenazadora para nosotros se ha convertido en un ecosistema aceleradamente transformado y amenazado por la actividad de nuestra especie.
«Vale, vale, muy bonito todo, pero y lo de Catalunya qué» pensará alguno. Pues lo de Catalunya y lo del resto de Estados, naciones, comunidades y tribus es que cuanto acabo de exponer debería ser tenido en cuenta a la hora de afrontar los problemas territoriales… aunque tampoco puede servir de excusa para dar carpetazo a la milenaria cuestión territorial.
La cultura francesa mayoritaria desprecia el «communitarisme» territorial y cultural y reivindica los derechos individuales de la ciudadanía bajo la capa protectora del Estado republicano de la igualdad, la libertad y la fraternidad. Sin embargo, este esquema tiene truco porque el supuesto anti-«communitarisme» se fundamenta en la gran comunidad de la Francia republicana, orgullosa de sí misma y perfectamente diferenciada respecto al resto de comunidades políticas.
De la misma manera que el aislacionismo ya no es una opción viable en el siglo XXI, tampoco hay mundialismo que pueda acabar con la fragmentación territorial por un doble motivo: porque la democracia de proximidad es de mayor calidad y porque nuestro carácter grupal es algo que llevamos marcado a fuego en nuestra evolución como especie.
En este sentido, la opción federal y la fragmentación de la soberanía en función de los ámbitos temáticos me parece, por tanto, la opción que mejor se corresponde con los retos y las aspiraciones democráticas del mundo actual
«Vale, vale, muy bonito todo, pero y lo de Catalunya qué» repetirá el mismo de antes
Pues, aunque – como he explicado antes – yo no comparta las pretensiones secesionistas – creo que Catalunya hade hacer lo que quiera, como es natural.
Todas las divisiones territoriales actualmente existentes son fruto, más o menos disparatado, de actos de guerra. Por tanto, no debe llamar a escándalo que se pretendan modificar fronteras
Sin embargo, me parece esencial tener en cuenta – además de las consideraciones con las que he iniciado este artículo – otras dos que me parecen esenciales
1.- Las modificaciones fronterizas tienen que ser fruto de un consenso político amplio en el territorio que se quiere independizar. Los referéndums de Quebec y Escocia e incluso el del Brexit en Gran Bretaña deberían servir para algo. En este sentido, que en Catalanuya esté montada la que se ha montado por partidos que, todos juntos, no suman el 50% de los votos y que gozan de exiguas mayorías parlamentarias por la única razón de que los votos de un ciudadano de Gerona o Lérida vale el doble que el de un ciudadano de Barcelona es sencillamente indignante. Que se lo trabajen y que obtengan apoyos holgados antes de dar cualquier paso.
2) La organización territorial del poder ha de fundamentarse en la búsqueda de la racionalidad política y en la voluntad de la ciudadanía. Las cuestiones lingüísticas, históricas y culturales pueden ser utilizadas como refuerzo pero con mucha mesura: intentar que sean la demostración irrefutable de que la secesión debe producirse me parece absurdo y reaccionario: la voluntad política es lo único que cuenta. En este sentido, la mía – mi voluntad política – tiene mucho que ver con mi convicción de que el cómplice natural de un trabajador que cobraba salarios irrisorios y que ahora cobra una pensión irrisoria son todos los trabajadores del universo mundo que se hallan en una situación semejante, no los rentistas que viven como dioses y sin pegar palo al agua, ya sean estos catalanes, madrileños o suecos.
Enlace a la web de la Fundación Gadeso: http://www.gadeso.org/ca/cat-vs-esp/independientes-en-un-mundo-globalizado