¿La ministra de Justicia debe dimitir o no?… y un par de capones

aaa dudaLa ética política es una asignatura difícil de aprobar. Los códigos éticos de los partidos son poco útiles y suelen centrarse, con mayor o menor fortuna, en cuestiones relacionadas con el Código Penal. Las otras cuestiones: las relacionadas con el comportamiento ético y la ejemplaridad exigible a quienes se dedican a la política, conforman un campo muy vasto y espinoso, que requiere ser tratado con mucha seriedad y que se han de medir con un criterio esencial: la coherencia

Desgraciadamente, lo más habitual es que, en estos casos, cada partido tienda a posicionarse en cada caso según le convenga y que la gente piense, con bastante razón, que la famosa ética brilla por su ausencia y sólo se invoca para zaherir interesadamente al adversario.

El gobierno de Pedro Sánchez parece haber dado un giro a esta dinámica con la dimisión de dos ministros por cuestiones por las que hasta ahora, sólo se dimitía en algunos países  europeos.  La pregunta es si será capaz de aguantar el tirón de su propia autoexigencia.

El PP está pasando por el scáner a todos los ministros (incluyendo al propio Sánchez) y está exigiendo a los demás lo que jamás se ha exigido a sí mismo y lo que, estoy seguro,  tampoco piensa autoexigirse en el futuro. Pero, éticamente, no se puede utilizar esta consideración para tapar las denuncias del PP: esto sería entrar en el juego perverso que antes denunciaba.

Por tanto, la pregunta sobre la dimisión de Dolores Delgado que encabeza este artículo es totalmente pertinente y mi conclusión, después de darle muchas vueltas, es que tal dimisión no es necesaria

No lo exige su lenguaje políticamente incorrecto en un ámbito coloquial (lo que dejaría inhabilitado para la política al 90% de la población española).

No lo exigen sus confusas explicaciones iniciales sobre la relación que sostenía con Villarejo porque se trata de algo sucedido años atrás y porque lo esencial – que no tenía con él relación estrecha de ningún tipo – ha sido siempre mantenido y,  de momento, nadie ha podido desmentirlo.

No lo exige el mero hecho de comer con Villarejo porque, en el momento que lo hace, Villarejo era un policía reputado y condecorado, no un presunto delincuente

No lo exige el el hecho de que acote con la expresión «éxito total» los eficaces y turbios procedimientos de Villarejo  para obtener información porque asentir a que sean eficaces no implica que sean correctos.

No lo exige, y esto es lo más importante, que no denunciara ante el juzgado de guardia la conversación mantenida con Villarejo porque es prácticamente imposible que dicha denuncia tuviera algún  viso de prosperar (entre otras cosas, porque no habría ninguna prueba material que la sustentara: quien grabó y se quedó las cintas fue Villarejo, no el resto de comensales). Tanto es así que quienes sostienen lo contrario, si realmente se lo creyeran, deberían revolverse también contra los altos mandos policiales y el juez que también estaban presentes en la comida para echarles en cara que no presentaran  denuncia… pero nadie lo ha hecho porque no había denuncia viable que presentar y   porque esto dificultaría el único objetivo que realmente se persigue: la dimisión de la ministra.

Esta es mi sincera y pobre opinión y respeto otras en contrario formuladas desde el rigor y la imparcialidad:  los juicios éticos no son  fórmulas matemáticas.

Lo que me es difícil de aceptar son contradicciones como las que antes he expuesto en relación al PP… y como la de los partidos que se abstuvieron en la votación del Senado: Unidos Podemos, ERC, PDeCAT, Compromís y CC.

La Ministra puede dimitir o no… pero no puede medio dimitir. De la misma manera, los partidos pueden opinar que existen motivos suficientes para la dimisión o que dichos motivos son insuficientes, poco claros o, sencillamente falsos: en el primer caso han de votar a favor de la dimisión y en el segundo han de votar en contra.

Quien crea que la Ministra cometió una inmoralidad debe pedir su dimisión. Quien no lo crea debe hacer lo contrario. Pero darse el gusto de criticar a la ministra para que quede claro lo escrupuloso que uno es en estos temas pero absteniéndose de votar porque tienen que acordar unos presupuestos, o porque están negociando cosas de financiación  o porque les parece poco estético votar junto con el PP y Ciudadanos me parece una inmoralidad y política vieja de toda la vida

 

 

 

 

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4 respuestas a ¿La ministra de Justicia debe dimitir o no?… y un par de capones

  1. Tona Aleñar dijo:

    “No lo exige su lenguaje políticamente incorrecto en un ámbito coloquial (lo que dejaría inhabilitado para la política al 90% de la población española)….”.Pero una ministra de un gobierno que se define como defensor de la mujer cuando menos NO debe admitir que su ministra de justicia diga que “ prefiera un tribunal de tíos, se por donde van……y no me llevo mal con las tías…..” luego nos quejamos de que en la judicatura hay más hombres en puestos altos que mujeres , con mujeres como la ministra que hacen de tapón de las mujeres una vez que ella ha llegado arriba ….no conseguiremos que esto cambie. Esto no es solo lenguaje políticamente incorrecto sino una manera de pensar que francamente decepciona más que si ha comido con uno o con otro,

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  2. José Manuel Fernández dijo:

    Eberhard, certero como siempre en sus análisis. Conviene que leamos el acta de la comparecencia de la ministra (diario oficial del Congreso), en la que dio un buen repaso a sus detractores: Nunca tuvo relación profesional con Villarejo. Nunca fue amiga de Villarejo, que nunca operó en la Audiencia Nacional. Hace 9 años acudió a un almuerzo invitada por el titular del Juzgado nº 5. Tanto la Fiscalía como el Tribunal de la Gürtel han dictaminado que de las grabaciones no se deduce ningún cargo o sospecha contra ella. La Fiscalía Anticorrupción ha concluido que se está intentando chantajear al Estado.

    El diputado de Podemos, Eduardo Santos, no se atrevió a atacar a la ministra en la comisión, pese a que la víspera el grupo de UP fue colaborador necesario del PP y Ciudadanos con su abstención en la exigencia de dimisión o cese de Dolores Delgado.

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  3. Emilio Alonso Sarmiento dijo:

    Seguimos estando de acuerdo Eberhard. No todo ni mucho menos, es limpio y pulcro en política. En la lucha por el poder, de eso va la política, se traspasan con frecuencia líneas, que uno piensa que nunca se las saltaría. A mi edad y después de mi larga experiencia en ese campo, ya pocas cosas me escandalizan (nunca he tenido facilidad para escandalizarme en terreno alguno). Pero algo que me sigue molestando mucho en cualquier ámbito, y quizá especialmente en política, es la hipocresía. Y esa cosa de ´no estar allí pero tampoco aquí, pero criticar a los que están allí y aquí, me irrita bastante. Al menos en política, uno/a no puede estar embarazado a medias. Como muy bien dices: o lo estás o no lo estás. Un abrazo muy especial.

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