Independentistas contra independentistas… y no es por las cargas policiales

mossos vs independentistas CDRQue los Comités de Defensa de la Republica pidan la cabeza de Torrà y del Conseller de Interior, los acusen de traidores y les amenacen con que «lo pagarán» no es sólo un calentón por los heridos y detenidos del 29 de octubre: es, sobre todo, la expresión de un divorcio creciente entre los dirigentes del «Procés» y el independentismo catalán más radical (La CUP, los CDR y, en menor medida, la ANC) que explica con detalle Bernat Dedéu, referente intelectual del independentismo, en  esta entrevista.

Este enfrentamiento tiene su lógica:  el independentismo radical esta formado por gente que creyó a pies juntillas el discurso oficial independentista y que ha visto, día tras día, como lo que se dice tiene poco que ver con lo que se hace.

Con la promesa de una declaración de independencia posible a corto plazo, la ciudadanía independentista le ha dado a los dirigentes del «Procés» todo lo que éstos le han pedido: movilizaciones, colaboración en la organización de un referéndum prohibido y tres mayorías parlamentarias ajustadas pero suficientes: una en  2015 y dos en 2017.

¿Que han recibido a cambio? presos encarcelados, impotencia,  humillaciones, 155 y una declaración unilateral de independencia de pega que la Generalitat no quiso implementar ni siquiera un segundo (ni siquiera se llegó a arriar la bandera española de la sede del gobierno catalán)

¿La razón? Pues que los líderes del Procés no se atreven a entrar en una confrontación abierta con el Estado porque, saben, desde el minuto uno, que no se dan ninguna de las tres condiciones necesarias para conseguir la independencia y que son:

1) Un acuerdo con el Estado

2) El uso de la fuerza armada y/o

3) una  movilización popular amplísima y  más o menos violenta que paralice de forma duradera la actividad económica y los  servicios esenciales.

Lo cierto es que el acuerdo con el Estado requiere una modificación constitucional muy compleja y por un amplísimo consenso impensable en estos momentos;  que la fuerza militar  es imposible por razones obvias y que la movilización masiva choca frontalmente con algunos «detalles» como que la mitad de la población no sea independentista, que los sindicatos no estén interesados en convocar una huelga general indefinida ni la patronal parezca interesada en echar el cierre a sus negocios e industrias.

Yo no sé cuándo y cómo los dirigentes del procés se reconciliarán con la realidad pero lo que sí sé es que su deshonestidad a la de explicar lo que hay, la cerrilidad de la CUP  y el radicalismo y la intransigencia de algunos partidos españoles está suponiendo y va a suponer más en el futuro una factura y una fractura muy considerables para los catalanes de a pie.

La independencia de Catalunya puede llegar algún día pero no será sobre la base de una ruta imposible como la de 2015.  La independencia de Catalunya , si llega, llegará como resultado de una voluntad ampliamente hegemónica entre los propios catalanes,  de ampliaciones sucesivas del autogobierno, de un acuerdo con el Estado y de una Unión Europea distinta a la actual y que la pueda  facilitar.

En todo caso, si no cambiamos la cultura política mayoritaria en España y en Catalunya (que, paradójicamente, son bastante parecidas), cualquier solución racional es de muy difícil implementación.

 

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6 respuestas a Independentistas contra independentistas… y no es por las cargas policiales

  1. Javier Urrutia dijo:

    Si no te he entendido mal, que es posible, creo que haces un planteamiento frentista que, yo desde luego, no comparto. Sostienes -creo- que mientras que la correlación de fuerzas no lo permita -dada su paridad- hay que ser pacientes y esperar mejores tiempos en los que acumulando las fuerzas necesarias puedas imponer tus ideas sobre las de tus oponentes. Yo creo que en las cuestiones esenciales los acuerdos han de ser «transversales», como se dice ahora, al objeto de que los mismos sean aceptados por la mayoría de los ciudadanos, cualquiera que sea su creencia. Esta transversalidad se consiguió en nuestro pais con la C-78, que fue mayoritariamente apoyada por el conjunto de la sociedad, sean de izquierdas o de derechas. Desgraciadamente el ambiente político surgido de la crisis económica ha supuesto la ruptura de esta entente. Ahora todos parece que quieren reformar la Constitución, pero cada uno quiere hacerlo a su conveniencia y de acuerdo con el modelo social e institucional que le conviene. El problema está en que, mientras ello no tiene lugar, existen ya fuerzas políticas en España que han decidido por su cuenta y riesgo desvincularse de la Constitución vigente. Y existen otras que, a falta de tal acuerdo constitucional para una reforma consensuada, optan por defender la vigencia y aplicación de la que tenemos. Yo, desde luego, me sitúo en esta última postura y en absoluto considero que se trata de una cuestión hormonal defender la Constitución del 78 frente a quienes la atacan simplemente para hacer lo que les conviene. No te equivoques, Eberhard, aquí no se trata de ser equidistantes sosteniendo que hay demasiada testosterona en unos y otros. Se trata de aceptar el marco constitucional mientras no se consensúe otro aceptado por todos, o por lo menos por una mayoría parecida a la de la Constitucion del 78.

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  2. Javier Urrutia dijo:

    Eberhard, ¿cual es la cultura política mayoritaria en España y cual la de Cataluña que supuestamente son parecidas y que han impedido la solución racional que resuelva el problema catalán? ¿Cual sería esa solución racional que a nadie se le ha ocurrido y que no detallas en tu artículo? ¿Crees que si todos tuvieramos esa cultura politica aceptaríamos la solución racional que -por lo visto- tiene el problema?

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    • Hay un concepto muy marxista y muy olvidado que es la «correlación de fuerzas». Para moverte en el tablero político es algo esencial. El tema no es pensar si preferimos reformar la Constitución o ir a un proceso constituyente: el tema, es saber qué te permite hacer la correlación de fuerzas y, como, ahora mismo, dicha correlación no nos permite hacer ni una cosa ni la otra, lo primero que tenemos que hacer es ir a un proceso de acumulación de fuerzas. Así va la cosa. Sobre el parecido de la cultura política en España y en Catalunya , ésta reside en que unos y otros prescinden de todo lo que acabo de escribir y van con las hormonas por delante… a ninguna parte

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  3. Juan dijo:

    Eberhart,gracias por el artículo.Lo veo muy centrado en la realidad.

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