En Catalunya se han producido, dos elecciones autonómicas en dos años; se han realizado (más o menos) una consulta y un referéndum sobre la autodeterminación; el Parlament ha aprobado leyes inconstitucionales; se ha proclamado ilegalmente la independencia de Catalunya; hay varios líderes políticos en prisión preventiva y otros que han buscado refugio en otros países; han desaparecido partidos de larga tradición y han aparecido otros nuevos; el nacionalismo moderado se ha radicalizado y el constitucionalismo (que se ha lanzado por primera vez a la calle) también; la autonomía ha sido suspendida durante varios meses y ahora gobierna en Catalunya un President que considera que el President verdaderamente legítimo es Puigdemont.
Cuál ha sido la consecuencia de todo este terremoto político en la correlación de fuerzas entre catalanes independentistas y no independentistas: cero! Asombrosamente, cero!
A la vista de estos resultados, cualquier partido independentista normal debería considerar que no dispone de «pólvora» suficiente para forzar la independencia, que es imprescindible acumular fuerzas de cara a un futuro intento y que, mientras tanto, hay que tender puentes de diálogo con el Estado.
Igualmente, cualquier partido constitucionalista normal, debería percatarse de que esta Catalunya que consideran tan suya, tan parte de sí mismos y tan entrañable tiene un problema enorme de enfrentamiento interno y de enfrentamiento con el resto del Estado que es urgente corregir mediante la escucha, el convencimiento y el diálogo político
Lamentablemente, ni unos ni otros están en esta dinámica. Tanto los líderes de los partidos independentistas como los líderes de los partidos constitucionalistas saben perfectamente lo que hay pero prefieren chapotear en en el pantano, atizar las emociones de sus respectivas parroquias, descalificar a los otros y – sobre todo y muy principalmente – buscar réditos electorales para sí.
Sólo el PSCy el PSOE y (más recientemente y con más dudas), Catalunya en Comú y UP, optan por el sentido común. Pero esto no es suficiente a pesar de la evidente ventaja de no tener a un pirómano en la Moncloa.
Una última observación: el agua está empantanada y no se desplaza ni a gusto de los unos ni de los otros, pero esto no quiere decir que, en el futuro, no pueda pudrirse e infectarse aún mucho más. En estos tiempos, no lo olvidemos, salvo aplicación de una fuerza en contrario, todo tiende a empeorar
Per a Olga i Xevi, per debatre tan bé des de la discrepància