Me dirijo a toda la ciudadanía – independentista o no – porque ella es la que va a pagar injustamente los platos rotos (que van a ser muchos) del fracaso y la inutilidad política del gobierno español y del gobierno catalán.
Miquel Iceta ha dicho esta mañana que la situación de Cataluña es extremadamente grave. Como lo ha dicho preocupado de verdad, no se ha permitido el lujo de aderezar sus palabras con insultos y estridencias y, por tanto, no es fácil que los medios les dediquen demasiada atención.
Sin embargo, tiene razón.
La declaración unilateral de independencia con la que Puigdemont no parecía excesivamente comprometido en su entrevista con Jordi Evole (hace sólo unos días) ha sido anunciada hoy como algo irreversible en su contenido y en sus plazos. Y eso significa un punto de no retorno muy difícil de arreglar y que, a corto plazo, pondrá frente a frente a las dos mitades en que la sociedad catalana se encuentra dividida.
En efecto, la inmensa mayoría de los catalanes (un 80% aproximadamente) reivindica su derecho a decidir colectivamente su futuro pero sólo un porcentaje inferior al 50% se manifiesta abiertamente independentista: lo dicen las encuestas, lo dijeron las elecciones plebiscitarias del 2015 y lo dirían también los propios resultados del 1-0 en el caso de que dichos datos fueran realmente fiables.
Ni Rajoy ni Puigdemont – por razones estrictamente partidistas – han querido asumir en su integridad esta realidad compleja. Por eso Rajoy sigue despreciando y reprimiendo las aspiraciones de los catalanes y Puigdemont pretende conseguir la independencia sin tener detrás una mayoría suficiente de la ciudadanía. Ambos se alimentan de las miserias y los errores del otro (como la impresentable actuación policial del 1-O) y a fe que uno y otro encuentran materia abundante con la que alimentarse.
Pero lo importante es que, cuando se haya declarado la independencia, no sólo habrá un abismo insalvable entre el gobierno de España y el de Cataluña, lo importante es que se va a crear el mismo abismo a nivel ciudadano: ni los independentistas van a participar en estas elecciones autonómicas que reclama Ciudadanos via artículo 155 de la Constitución ni los no independentistas se sentirán interpelados cuando la Generalitat convoque elecciones constituyentes (si es que llegan a poder convocarla).
Las elecciones son la herramienta para vehicular las diferencias políticas. Si no hay convocatoria electoral legitimada por unos y por otros, la fractura social está servida. Y esta fractura interna de la sociedad catalana se traducirá, inevitablemente, en conflictos, movilizaciones y enfrentamientos mucho más agudos que los del 1-0.
Ojalá me equivoque