La estúpida nota de la Asociación de la Prensa Madrileña contra Podemos ha tenido un efecto mágico e inesperado: diversos periodistas están saliendo a la palestra para denunciar las inconfesables presiones de que son objeto por parte de los propietarios de sus medios, ya sea «motu proprio» o a instancias de políticos, instituciones y anunciantes.
Cuando los intereses corporativos de la empresa se ponen por encima de la verdad, estamos hablando de corrupción y, además, de una corrupción mucho peor que la del tres o el cuatro por ciento porque la libertad de información es uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia.
Más abajo encontraréis tres artículos recientes que he seleccionado sobre este tema y que ponen los pelos de punta.
Cuatro breves apuntes antes de dejaros con ellos:
1) Para corromper la información no hace falta decir grandes mentiras (este recurso soez está reservado a outsiders sin escrúpulos como Inda), basta con ocultar unas verdades y distorsionar adecuadamente otras mediante la contextualización, la manipulación, la minimización o el sobredimensionamiento. Suena un poco complicado dicho así pero, a la postre, no es más que aplicar un famosísimo adagio popular: «No hay peor mentira que una verdad a medias«. Por esa vía tan pedestre nos llevan todos los días a su huerto particular
2) Es cierto que las redes sociales y la prensa digital han abierto nuevos caminos menos susceptibles de ser controlados pero, no nos equivoquemos, el poder de la televisión sigue siendo inmenso.
3) Tampoco en las redes sociales y en la prensa digital es oro todo lo que reluce. El troleo está muy presente y es letal para la información y el debate; hay información falsa o poco contrastada que nos acecha en cada esquina y hay demasiados «líderes» en las redes capaces de simplificar, distorsionar y, por tanto mentir (recordémoslo: no hay peor mentira que una media verdad) a cambio de hacer propaganda de su partido o de obtener un puñado de nuevos seguidores
4) Tenemos un importante problema democràtico del que apenas se habla. Quizás ha llegado la hora de cambiar de chip y de ser más valientes y más imaginativos y de plantear alternativas realistas y contundentes para higienizar el sistema democrático.
En todo caso, aquí os dejo con los tres fantásticos artículos anunciados:
De Olga Rodríguez, Venga, seamos honestos con el periodismo
De Iñigo Saénz de Uruaga, Todos los casos de presiones y amenazas a periodistas que sorprenderían a la APM
De Carlos Hernández, APM y Podemos: reflexiones de un periodista amargado
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Eso que dices es cierto Eberhart,aunque creo que por otra parte,nadie está exento de «pecado» y a veces se pueden haber tirado piedras y escondido la mano,haciéndose cierto eco de «lo que dice la prensa en general «.
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HolaJuan, Gracias por tu comentario. Nadie está exento de pecado en efecto, por eso también denuncio en el artículo algunas cosas que suceden en las redes sociales
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