1.- Que no os engañe la imagen televisiva de las banderas agitándose con fervor en los mítines de campaña: una expresion muy representativa del sentir de la calle la daba ayer una ciudadana ateniense en France24: «Estoy decepcionada y desesperada, no sé a quién votar y ni siquiera sé si voy a votar«. Este es el resultado de la lucha «entre el león y los buitres» a la que ayer aludió Iglesias en el mítin de Syriza.
2.- Fijaos si está jodida la cosa que lo peor que le podría pasar a Syriza mañana es ganar las elecciones y formar gobierno: si la gestión del austericidio fundió al PASOK llevándolo del 40 y pico % de votos a menos del 10%, la gestión de la tragedia social que aguarda a los griegos tras la firma del tercer rescate y la incapacidad para responder a las demandas más justas y elementales de la ciudadanía, disolvería a Syriza (la disolverá, si gobierna) como un azucarillo. No exagero.
3.- Tsipras ganó las elecciones prometiendo el fin del austericidio y la regeneración democrática y no ha cumplido ni con lo uno ni con lo otro. A lo primero renunció cuando aceptó las condiciones ignominiosas del tercer rescate y a lo segundo cuando se desdijo de sus promesas electorales pocos meses después de haberlas formulado y cuando, para mayor escarnio, convocó un referéndum cuyo resultado también traicionó dos semanas después. Intentar exculparlo porque había muchos buitres para tan poco león es una falacia para consumo de ingenuos: Tsipras tenía perfectamente contados a los buitres antes de las pasadas elecciones y, con mucha mayor precisión, antes de la convocatoria del referéndum.
4.- Por eso me resulta imposible solidarizarme con quienes se han sumado al carro del «Tristemente, no tenía otra opción»: porque este es el mismo carro en el que se han montado Zapatero, Hollande, Renzi y tantos otros. Y por eso estoy infinitamente agradecido a Alberto Garzón y a IU por haber declinado la invitación a participar en el mítin central de Syriza.
5.- Cuanto acabo de decir resulta extraordinariamente incómodo para mí mismo y para tod@s l@s que, hasta hace pocos meses, hemos apoyado a Syriza sin fisuras. Pero la honestidad política, para quien la tiene, exige reconocer y afrontar esta incomodidad y no camuflarla con cuentos de animales.
6.- El fracaso de Syriza nos interpela a toda la izquierda rupturista de Europa, incluyendo a este proyecto naciente de unidad popular que se llama Ahora en Común; por eso me parecen imprescindibles dos compromisos programáticos tan sencillos como esenciales: no hemos de prometer nada que no podamos cumplir y,antes (no después) de traicionar alguna de nuestras promesas esenciales, hemos de comprometernos a dimitir y convocar elecciones.
7.- Además, hemos de afrontar seriamente y con rigor el debate sobre lo que podemos llegar a prometer. Yo, ahora mismo, no tengo todas las respuestas a esta cuestión. Pero sí hay algo que 39 años de experiencia política y algunos años de experiencia sindical me han enseñado con bastante claridad: quien no contempla la posibilidad de romper con su interlocutor, quien no contempla otro escenario que el acuerdo, jamás va a conseguir un buen acuerdo